El Maratón de Espadán es una de esas carreras que desde que
salgo por la montaña han estado pendientes de tachar en mi agenda. Los compañeros
del Club Marató i Mitja decían que es una carrera muy dura porque te hartas a
correr, que no da tregua y que terminas odiándola. La realidad es que me ha
parecido preciosa.
La salida desde la bonita ciudad de Segorbe es lo esperado; subida, bajada,
corre, corre, corre, tapón en la primera senda. Desde aquí comienza un paseo
entre almendros y tierras de cultivo que nos invita a hacer turismo runner;
Rascaña, Zagalorca, Vall de Almonacid..., y nos llega la primera subida a una
peña negra que asusta mientras ves el
Castillo de Almonacid. Una vez arriba, un tramo cómodo de senda nos lleva a un
alcornocal precioso en el Barranco de Aguas Negras. Nada más cruzarlo comienza
una subida corta pero intensa que nos lleva hasta una pista que desemboca en el
infierno: La subida al pico Espadán. Las comparativas son odiosas, pero puedes
considerarlo como la subida al Marinet y las crestas del Bartolo, un híbrido de
ambas que si no vas muy fino te pueden dejar k.o., aunque a pesar de las
advertencias que nos alertaban de su dureza, nos pareció pan comido y nos la
quitamos de enmedio en poco más de veinte minutos. Coronar el pico Espadán ha
sido maravilloso por las vistas de la provincia de Castellón, Teruel y
Valencia. Aquí comienza la bajada por un terreno difícil y pedregoso en el que
hay que ir con cuidado, ya que las caídas son muy comunes durante un km
aproximadamente. Llegamos al km 26 y ¡toca correr! Pasamos por el Barranco de Almanzor, un lugar precioso para hacer excursionismo que nos lleva hasta
Almedijar, Castellnovo y la huerta Segorbina. Desde el km 30 hasta meta los
calambres en los Isquiotibiales y mis gritos han sido la constante, pero ¡hemos
llegado a meta en 6h49h! El año que viene hacemos 6h si mis calambres no
aparecen.
Repetiremos.
Repetiremos.
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