Me encanta correr: No hay otra sensación tan placentera como
esa; correr, pensar, ver, oler, sentir... Llevo desde marzo con un mordisco en
el Glúteo/Cadera que no me deja correr como a mi me gusta. He visitado un
Fisioterapeuta, que ha hecho conmigo lo que debía, y todos: Él, yo y mi dolor,
hemos llegado a la conclusión de que la edad y la repetición del acto de
correr, han terminado por pasar factura.
Cuando menos corro más disfruto de
los pequeños detalles de la vida: Veo el tiempo pasar sin mirar el reloj. He
dejado de medir las distancias. He dejado de suplicar unos minutos de más a la
familia, a los amigos... Si, esto es lo sensato, pero estoy corriendo menos por
culpa de una lesión. Probablemente sea por un desajuste muscular, una
mala alineación ósea, un “fallo” de nacimiento..., y ahí estoy yo, en el fallo,
pensando únicamente en lo positivo, en que probablemente sea un dolor crónico,
en que tengo sensibilizada la zona, en que debo reeducar el músculo, (la zona
de la bursa), y entenderla como un dolor que siempre estará ahí, porque
debe estar para hacerme sentir vivo, mientras trabajo muscularmente cada
trocito de mi cuerpo que pensaba que no existía de forma individual.
Crujidos, pinchazos, molestias continuas y las mismas ganas
de ponerme las zapatillas y empezar a correr. No ir en bici, ir a correr, y lo
estoy haciendo, pero con un matiz que antes no contemplaba: DIS-FRU-TAR de cada
pequeño paso, de cada minuto en la montaña, de cada pequeño desnivel superado,
de buscar la zancada corta "minimalista" pero con zapatillas y
gozar el proceso... Pero todo esto con un precio a pagar: Rodar con la bici,
(también buscando el punto nihilista supremo y sin sufrir), hacer los
ejercicios, (que cada día que pasa me dan más pereza hacer y los cuales olvido
voluntariamente hasta que el dolor se hace intensamente persistente), y cada
día, ser más fuerte que el dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario